dilluns, 18 de novembre del 2013
Hoy es el último día
La lluvia ha barrido mi ilusión
Las calles están desiertas
y las plantas se ahogan en los balcones.
Hay pequeños segundos de vida
aprisionados en objetos
como un pájaro de hierro
y un ramo de flores secas.
El tiempo avanza, recurrente
sobre las figurillas de porcelana
el brazo de la muchacha, roto
y la pintura, desgastada
por haberse olvidado en un cajón.
El mar emite su llamada cavernosa
y ella acude puntual a su cita con el horizonte
su mano anillada y blanca
se despide de mí en un susurro
siempre atenta y compasiva, su bondad desaparece
entre la bruma y la lluvia.
Otro año pasará
sin que yo la olvide jamás
porque su yugo me ata
en un espectro de amistad
que alimenta con su abrazo a mi empobrecida voluntad.
La lejanía la engullirá
en la tempestad de la noche
y de nuevo sentiré
como la tristeza me envuelve
por cada milla que se aleja.
Una tristeza demasiado conocida,
que a veces se resiente y huye
y no quiere volver a verla
pero ella vuelve, y lleva pan y agua
a mi prisión de cristal.
Y un fresco soplo de vida
se filtra en la neblina,
y vuelvo a olvidar
que no es más que una visita esporádica,
y que su sonrisa no es mía,
que es compartida.
Dos, tres años han pasado ya
y yo la esperaré
sin saber bien por qué.
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