En mi espalda descansa
el vaivén de tu pecho
y tu respiración marca el ritmo
del temblar de mi cuerpo.
Siento tu pecho
a través de mi piel,
y así llegan a mis oídos
los ecos de tu corazón.
Latidos que dan vida
a los surcos de mis venas.
Y qué frágil es el instante
y qué perecedero
fruto del ímpetu y de la duda,
diente de león que con un soplo se desvanece.
J.Birkin/S.Gainsbourg