diumenge, 9 de març del 2014
Adiós, adiós.
Despedidas que resuenan en mi corazón.
Ya nos veremos, por las calles o por los bares
Quizá nuestros ojos vuelvan a mirarse;
yo desviaré la vista
y andaré taciturna y débil
como un animal herido
por un tiempo.
Me juro no volver a buscar jamás
el sabor de tu piel con ansia de niño,
no volver a confiar mi cabeza en tus brazos.
Quiero arrancar una a una
las flores de tu recuerdo,
y esparcer sus pétalos
en el frío vendaval.
La lluvia vendrá con la ausencia,
y mi pena de lágrimas ácidas
danzará con el filo del olvido.
He estado ciega,
evitando una verdad
que desde el inicio conocía.
Lo hice por querer
dejarme llevar por un corriente
de ilusoria libertad
y por no frenar
esta impetuosa pasión que el ser
tiene por consumir
todo vestigio de belleza
que presiente.
Sé que merezco un castigo
y que en la encrucijada escojeré
el sendero del recluso.
Con manos trémulas desataré
este nudo de equivocaciones
que cuelga de mi cuello
en forma de cadena plateada.
Hasta nunca,
palabras que mis labios susurran
y un escalofrío recorre mi cuerpo,
cansado del desazón que le doy por alimento.
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