divendres, 3 de maig del 2013

Es admirable la constancia del gusano al devorar un cuerpo, Como también la del perro royendo un hueso, Y la del pensamiento carcomiendo el cerebro. El anochecer mediterráneo despliega sus maravillas sobre los pueblos costeños y en primavera ya nos embarga un ensueño veraniego, cuando las calles se llenan de gente tranquila que disfruta de la brisa que precede la noche, refrescante y llena de aromas de mar. Las olas dormidas buscan la arena a ciegas,y la playa pronto se puebla de gentes ávidas de sol. Aún en plena tormenta se puede escuchar el silbido del viento , que viene del horizonte lejano y esparce en nuestro hogar nuevos corrientes. Y siempre hay algo que recuerda a despedidas, algo vetusto y añejo, que se adhiere a los huesos y vaga en una nube de polvo, y tiñe los paisajes de color azul oscuro. La melancolía merodea en cada calle, se percibe en las flores de los balcones, en las sombras de las farolas y en el aullido lejano de un perro, y mis recuerdos se pierden de nuevo en mis noches. El blanco de las fachadas de las casas, las baldosas rojas de las calles, las terrazas de los bares y la música que resopla en el túnel de mis preciados fragmentos de tiempo. Y qué triste es saber que si algo hay que evocar ya no volverá. Hallarse separado a contra voluntad... La nostalgia emborracha demasiado.
Resulta complicado aprender a convivir con la inercia. A veces, uno siente como si algo oprimiese algo. Urge en nuestro cuerpo la necesidad de romper con el lento paso de los días, que son como copias de un destino que nunca quisimos nuestro. La parte en la que más sufrimiento se da queda por llegar, cuando de repente te das cuenta de que la monotonía domina por completo tu existencia, tanto que aletarga los sentidos, enerva tu ira. No es ningún secreto. No se puede avanzar en la rayuela de la vida con los pies atados y el sabor perdido. * La visión encuentra la luz de la mañana cuando un par de ojos abren las pestañas como dos puertas hacia un nuevo comienzo y nada parece más bonito y brillante que dos pupilas absorbiendo la calidez del día. Fue hermoso levantarse sin letargo y apoyar los pies en el desnudo suelo sin sentir frío. Un gatito se retuerce bañado en luz en su pequeño cuerpo fluyen mis alegrías y mis miedos y puedo ver el abismo de un sueño eterno en la tonalidad de su pelo. Apoyada en la pared como un vigilante de algo muy preciado, de un tesoro atemporal, un vívido y palpitante pedazo de cielo, que permanece unido a mí como la extensión de mi brazo. Un animalito feliz por tomar el sol... me hace pensar en lo fácil que es soñar y en lo frágiles que somos.