divendres, 3 de maig del 2013

Es admirable la constancia del gusano al devorar un cuerpo, Como también la del perro royendo un hueso, Y la del pensamiento carcomiendo el cerebro. El anochecer mediterráneo despliega sus maravillas sobre los pueblos costeños y en primavera ya nos embarga un ensueño veraniego, cuando las calles se llenan de gente tranquila que disfruta de la brisa que precede la noche, refrescante y llena de aromas de mar. Las olas dormidas buscan la arena a ciegas,y la playa pronto se puebla de gentes ávidas de sol. Aún en plena tormenta se puede escuchar el silbido del viento , que viene del horizonte lejano y esparce en nuestro hogar nuevos corrientes. Y siempre hay algo que recuerda a despedidas, algo vetusto y añejo, que se adhiere a los huesos y vaga en una nube de polvo, y tiñe los paisajes de color azul oscuro. La melancolía merodea en cada calle, se percibe en las flores de los balcones, en las sombras de las farolas y en el aullido lejano de un perro, y mis recuerdos se pierden de nuevo en mis noches. El blanco de las fachadas de las casas, las baldosas rojas de las calles, las terrazas de los bares y la música que resopla en el túnel de mis preciados fragmentos de tiempo. Y qué triste es saber que si algo hay que evocar ya no volverá. Hallarse separado a contra voluntad... La nostalgia emborracha demasiado.

1 comentari: