13 de enero de 1970.
Los astros danzaron en clave un ancestral rito de cuna
el salitre y el viento del norte forjaron las condiciones.
El susurrante lamento de la rítmica del oleaje
concentraba el unguento del fatuo destino
en un vientre contorsionado por el dolor
surgió un cristal de diamante en pedazos rotos.
La fragilidad del bello colibrí
y la voraz hambruna del halcón
impregnaron la noche y aquél día
que lejano resuena ya en las cuerdas del tiempo...
Un coloso desencajado
un arcángel del infierno o un mártir
conocedor del filo del destello
y las angostas y oscuras cimas
que aguardan al viajante
viajante de la cuna a la tumba
del apocalíptico caos del suelo
al hangar del alma en el blanco cielo
cuando en sus ascensos al Olimpo
regido por los latidos de sus venas
fijaba su mirada en un punto muerto
poseído por mitos y leyendas
creía eterno aquél momento
de saciedad de dudas y desvelada fatiga
sin apenas volver la cabeza
el espectro de sí mismo volando
nunca había retorno
si domabas la tormenta.
De piratas y leyendas...