diumenge, 12 de desembre del 2010


Hoy te he sentido en mí como había estado soñando.

Los recuerdos me abrumaban cuando apoyabas tu cabeza en mi pecho

No alcanzo el concepto de realidad

estando mis ojos tan cerca de los tuyos, estando mis labios pegados a tu boca, sorbiendo todos los sentimientos que me debías...

Me has recompensado doblemente, y me has demostrado que en tí aún queda alguna sombra de mi piel.

Vuela, baila, bebe, que me da igual. Porque si te encuentro una noche en un bar, vas a buscar mi mirada...porque si te sueño las noches tristes de invierno, tú vas a estar soñando conmigo en una cama igual de vacía que la mía, porque si te echo de menos, sé que tú me vas a echar de menos.

La felicidad adulterada vuelve a fluir en mis venas...sabiendo que aún valgo para algo.

Esta tarde me ha hecho sentir fuerte, segura de mi misma, dejando las pesadillas a un lado de la puerta, y entrano con el espíritu libre y la mente en blanco, expuesta a mis secretos pero riéndome del pasado, abrazada a tu torso desnudo mientras tu boca me saborea...

Si no fuera de noche, diría que el cielo ha robado tus ojos...y se ha vuelto azul.

Todo el mundo merece su satisfacción, su venganza dulce, después de haber sufrido como animales que somos, merecemos nuestro sosiego, ya sea por medio de otras personas, pero necesitamos nuestro momento de reafirmación.

Yo lo he pasado, y ahora me voy a la cama con un sueño menos que cumplir, con una carga menos que llevar, porque sé que te alimentas de tus recuerdos conmigo...

Mis sueños estan absentes de poder, dinero, y negocios.

Sólo necesitaba tu cariño y tu amor, para saber que tu vida aún no ha escapado de la mía, que tu mente evoca nuestras noches, que mi alma está contenta después de nuestro reencuentro.

Te he sentido en mí, como una llama recienmente avivada que se deleita quemando todo cuerpo que encuentra...y nos hemos besado, todo ha sido como antes por un instante...de forma natural.

Como una película americana, el final parece ser feliz, impuesto por mi misma pero quebrantado por tí, al decir que quieres volver a verme. ¿Y por qué no? Si yo soy tuya, y lo sabes. Pero no voy a comerme el coco. Es demasiado tarde para lamentarse, para llorar, para agonizar de tanta indiferencia. Tarde o temprano uno tiene que ser fuerte y sobrellevar los problemas que aparecen, en los caminos, en los ríos, en las montañas que forman la vida misma, los altibajos, las caídas rasas, el levantarse de golpe, y volver a caminar.


Viva por fín...

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