dilluns, 31 d’octubre del 2011

Cayó el telón
...Salió el humo.
Se cerraron las puertas del hospicio
...Volví a ser vagabunda.
Solía golpearlas hasta que me ardían los nudillos.
Fíjate ahora en las vistas
Que me permiten estos barrotes lisos
La paloma blanca emerge del suelo
Para emprender el vuelo
Nadie la detiene, y pasa de largo.
Los ruidos nocturnos llegan a mi ventana
procedentes de unas calles viejas y laberínticas.
El aullido lastimoso de un perro se pierde en la negrura del abismo
...y llega a mi ventana para devolverme a la realidad.
Lejos están los días de sosiego
Cuando camino por las calles soleadas de la urbe pisando la senda escondida de la sombra.
Mis pies rozan el suelo con silencio y cautela
como si quisiera olvidar mi paso por la ciudad desquiciada...
La presencia en el mundo es ahora algo abstracto, oblicuo.

Aunque las sombras de los vencedores
Siempre permanecen en los recuerdos de los vencidos
¿Pueden los vencidos gozar de la dulce venganza?
Dicen que están condenados al eterno frío,
A contemplar la humanidad desde la soledad del monte y observar su reflejo en el hielo, evocando el perdido sentimiento de estar vivo.


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