
Se me antojó estadio de una vigilia extraña
Más no fue así
Con mis ojos abiertos la vi
En el asfalto caliente sangraba,
Aquella víbora jaspeada escupía sangre.
Sus fauces abiertas, su lengua sonando
Cual silbido de un viento funesto
Retorciendose salió a mi paso
Cortando mi camino en dos pedazos.
Del matojo que fue su hogar emergió
Herida y furiosa.
Yo dejé un sabor a rueda y hierro
Y ella su sangre goteando en la carretera.
Vi el sol quemando mis retinas
En el costoso ascenso de sinuosas curvas
Y en el descenso rapaz una paloma muerta se mostró ante mí
Un pequeño cuerpo yaciente
Acariciado por brisa y luz de bosque...
Símbolos que desvelaron
La pureza marchita de mis venas
Y un dolor que no cesa
El devaneo de la vida
El trato con el prójimo
Se me antoja tormento
En mis firmes convicciones
Una lágrima voló
Y nunca se secó.