
En mi juventud descarada
Emerge una vejez que deja mella
En múltiples cicatrices y golpes
Frutos maduros, hematomas oscuros
Del arrullo de un caudal de malditismo
Es veraz la certeza del sentir
Aun el sufrir intenso como la negra vid
Dolencias y penares muy precoces
Vida que fluye a trompicones
La caída dejó de importar herida tras herida
Trabajo una indiferencia contra naturaleza
Pero hay que seguir adelante,
Nunca rendirse
El humo de un cigarrillo eterno desaparece
Entre sol, niebla o lluvia
Lo mismo da cuando la vida duele
Como la tala de una milenaria secuoya
No puede frenar la ira un falso sosiego
Sólo flota a la deriva...esperando un tronco que asir y retorcer hasta hacerlo trizas.
Lamentos de cemento
Miradas de acero
Hay tanto por esconder.
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